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Selfies: De Alejandro Magno a Instagram

En la sala de parto con un recién nacido, al llegar a la cima de una montaña, antes de las doce en año nuevo o al recibir el regalo de un amigo; son momentos ideales para una selfie. Toma pocos segundos y registra la magia de un momento para la posteridad.


Sin darnos cuenta, en el afán de documentar los instantes importantes del día a día, vamos editando un fotolibro de nuestras vidas. Cada selfie, con su espontaneidad característica, va marcando el rastro de nuestro trayecto.


En la entrega de hoy, queremos hacer un recorrido por esos episodios de los que -capaz- evolucionó la selfie.


Resulta interesante hacer el ejercicio de pensar, ¿de dónde viene esta costumbre?



HISTORIA DE LA SELFIE


Un antiguo obsesionado por las selfies fue Alejandro Magno, el macedonio que construyó el imperio más grande del mundo, hasta ese momento. Contrató a sus tres artistas favoritos para esculpir sus bustos y acuñó monedas con su rostro, monedas que siguieron siendo producidas muchos años después de su muerte.


El ser humano busca representar su historia desde tiempos inmemorables, podemos notarlo en los dibujos de las cavernas de Neandertal, un esfuerzo genuino por retratar el cotidiano de su época con fidelidad. Imaginate que el fuego era tremenda batalla, tenían que cazar mamuts para comer carne y a la noche se les venía la era del hielo encima, pero las y los Neandertales encontraban la forma de grafitear un mural.



Esta necesidad de contarle al mundo lo que me pasó se ve con claridad en los escritos "De

bello Gallico", en español "Comentarios a la Guerra de las Galias" (50 a.C) de Julio César. En este compilado de notas que redactó tras cada batalla, se convirtió en el primer emperador en escribir narrativa sobre sus maravillosas aventuras conquistando a un reino enemigo. Calculamos que el señor se hizo de tiempo en semejante escenario con el afán de perpetuar sus "hazañas" para que puedan leerlas sus nietos. Y los míos. Y también los nietos de los míos.


Ahora bien, si queremos hablar de la primera ola de la selfie, está bueno remontarnos al Renacimiento. Aunque la selfie renacentista era bastante costosa, e implicaba trabajar con proveedores como Leonardo Da Vinci, fue altamente trendy para la época.



Como todo fenómeno social, tuvo grandes exponentes, como la reina Elizabeth I de Inglaterra, que distribuyó decenas de retratos enormes por todo el reino y destruyó todas las copias que no estuvieran autorizadas por la corona. Aquella asesoría de imagen.


Sí, claramente, hace miles de años las personas están interesadas en dar a conocer su historia. Y, por lo visto, también les interesa mucho la dominación mundial y el reconocimiento de su autoridad, pero de eso hablamos en otra entrega.


Lo que sí es que también existió algo así como una segunda ola de la selfie. Empezó en Francia, en 1838, cuando Louis Daguerre inventó el daguerrotipo, una aproximación a la fotografía de hoy en día. Básicamente, la imagen se plasmaba en una placa metálica gracias a químicos reactivos y a mucho, mucho tiempo de exposición a la luz.


Un montón de avances sucedieron uno tras otro para llegar a la simplicidad de una cámara frontal en el celular, pero desde el principio del proceso ya se democratizó más la cosa.


A partir de la fotografía, cada vez más personas pudieron contar sus historias a través de imágenes. Con la evolución de la tecnología y la aparición de celulares con cámaras frontales, cualquier persona puede mostrarle al mundo el retrato que quiera. El cantinero del colegio sube selfies a su Facebook, igual que la ex jefa de la aseguradora. La vecina Mirna hace lo mismo que Elizabeth I de Inglaterra.



LA SELFIE HOY POR HOY


Con la irrupción de la selfie como costumbre contemporánea, un sector importante de la población se encontró con algo nuevo: cada persona puede narrar su propia historia. Ya sea con videoselfies o Tiktoks, estoy guionando algunas escenas de la película de mi vida, esa que quiero que vean, o esa que quiero vivir. Y, de hecho, la estoy llevando a cabo.


«Aquello que todas las personas tienen en común es su originalidad. Cada persona tiene un cuento que contar. Eso es lo que hace a una persona y define su viaje a lo largo de su vida». Sam Keen

Es vital reconocer que compartir mi historia me ayuda a construirla.


Si cada selfie me reafirma en las ganas de cambio, ¿qué tiene de malo? Yo puedo resignificar a mi selfie como se me dé la gana.


"No estoy en este mundo para cumplir tus expectativas y tú no estás en este mundo para cumplir las mías" Fritz Perls

Inclusive, a través de las selfies podemos darle continuidad al proceso de aceptación de nuestra apariencia. Una selfie es una excelente oportunidad para recordar que sos despampanante. Y que ni ojeras, ni arrugas, ni estrías ni pelada te quitan el brillo de la mirada.


Hoy es un buen día para empezar un nuevo capítulo. Un nuevo libro, toda una saga, aunque, en el fondo, con empezar una sola página, ya estamos transformando nuestro destino. Si es con una selfie o con terapia narrativa, lo importante es tomar el protagonismo de ese relato. Si un auto retrato me recuerda los objetivos del año o me motiva a empezar ese proyecto que tengo en mente, debería llenar el carrete con fotos mías.


Al despertar, tomando helado, en una hamaca mientras se pone el sol y antes de saltar del paracaídas, en cada anécdota que decida escribir, me estoy apropiando de la historia que me toca narrar.



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